Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Las islas encantadas

Texto Laura Juampérez [Com 05] / Fotografía Javier Cotín [Bio 05 PhD 12]

Mientras la mayoría de los niños de diez años sueña con ser Superman, Javier Cotín quería ser ornitólogo. Una cámara de fotos hizo el resto. Con ella retrató sus quince meses de trabajo en Galápagos.


Las islas galápagos, cuyo nombre oficial es Archipiélago Colón, fueron descubiertas por los españoles casi por casualidad en 1535. Entonces, el barco del obispo de Panamá, fray Tomás de Berlanga, se desvió de su destino a Perú y se topó con un conjunto de diecinueve islas de mediano y gran tamaño y más de doscientos pequeños islotes en medio del océano Pacífico, a 972 kilómetros de las costas de Ecuador. 

Este pequeño paraíso de 7 880 km2 es uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta. Además de unos 25 000 habitantes, en él vive un número importante de especies endémicas —que solo existen en el archipiélago—, entre las que destacan varios tipos de aves y reptiles. Todos ellos comparten un hábitat de gran riqueza e idéntica fragilidad, protegido con una larga lista de figuras legales —Parque Nacional (1959), Patrimonio Natural de la Humanidad (1978), Reserva Marina (1998), Santuario de Ballenas (1990), Reserva Marina como Patrimonio Natural de la Humanidad (2001)— que no han impedido su estado de riesgo medioambiental, solo levantado en 2010. Gracias a toda una serie de proyectos y colaboraciones internacionales, Galápagos constituyen hoy un referente en la conservación ambiental. Uno de los expertos que ha participado en proyectos de conservación en Galápagos es Javier Cotín [Bio 05 PhD 12], un aragonés enamorado de las aves desde los diez años. Él es uno de los pocos biólogos que han tenido el privilegio de recorrer estas islas en cinco ocasiones. Como investigador de la Estación Científica Charles Darwin, Javier se ha adentrado en parajes que muy pocos hombres han podido pisar. Y los ha fotografiado, emulando aquellos reportajes de National Geographic que leía junto a su padre, apenas atreviéndose a soñar con visitarlos alguna vez.