El filósofo Higinio Marín está lejos de ser pesimista. Diagnostica con precisión la enfermedad contemporánea —la jovialidad, inmadurez perpetua—, que incapacita al universo woke para perdonar. Pero da también el remedio: lo que salva al hombre es la incondicionalidad, la posibilidad de fundar una casa, un espacio al que volver.

Crítica cultural nº 722 Escena